01/03/2025
Francisco de Aguirre fue una figura central pero controvertida en la conquista española de América del Sur, particularmente activo en las regiones que hoy corresponden a Chile y Argentina. Su carrera estuvo marcada tanto por sus esfuerzos fundacionales y militares como por constantes disputas de poder y enfrentamientos con otras autoridades coloniales. Este artículo explora los eventos clave de su vida, sus roles como gobernador y los desafíos que enfrentó, basándose en la información disponible.

Llegada a América y Primeros Pasos
Aunque los detalles de sus primeros años y su llegada al continente americano no se especifican, Francisco de Aguirre se consolidó como un importante conquistador dentro de la estructura de poder que se establecía en los nuevos territorios. Participó activamente en la empresa conquistadora, ganando experiencia y méritos que lo llevarían a ocupar cargos de relevancia en las futuras gobernaciones.
El Escenario Chileno: Poder y Confrontación
La figura de Aguirre cobra particular relieve en la gobernación de Chile tras la muerte de Pedro de Valdivia. Según el testamento de este último, Aguirre tenía derechos sobre el cargo, lo que lo llevó a ser recibido como capitán general y justicia mayor en La Serena. No obstante, este nombramiento desencadenó una serie de conflictos. Al comunicar su elección a Santiago de Chile y advertir que contaba con apoyo militar, se encontró con la resistencia del Cabildo. La situación escaló al punto de enviar a su hijo Hernando con tropas a Santiago, donde estas fueron desarmadas, evidenciando la falta de reconocimiento a su autoridad.
La principal disputa por el mando de Chile se dio entre Aguirre y Francisco de Villagra, otro prominente conquistador. Este enfrentamiento, lejos de resolverse fácilmente, requirió la intervención de la Real Audiencia de Lima. En febrero de 1555, la Audiencia anuló las designaciones tanto de Aguirre como de Villagra, estipulando que los cabildos asumirían el mando por seis meses hasta que el nuevo virrey nombrara un gobernador. Se estableció además que, si el plazo expiraba, Villagra quedaría a cargo del ejército en el sur.
Aguirre, a pesar de su reticencia a aceptar el fallo, finalmente claudicó al comprender que no poseía la fuerza militar necesaria para imponerse a Villagra. Esta rivalidad, que los separó por un tiempo, culminaría en una reconciliación posterior, en circunstancias inesperadas.
La llegada del nuevo gobernador, García Hurtado de Mendoza (hijo del virrey Andrés Hurtado de Mendoza), en 1557, trajo consigo un giro inesperado para ambos contendientes. A pesar de haber mostrado cortesía hacia él, García Hurtado de Mendoza, viendo a Aguirre y Villagra como indeseables pretendientes al gobierno, ordenó su arresto y los envió embarcados hacia Lima en 1557. La anécdota cuenta que, presos en una pequeña celda del barco, Villagra le dijo a Aguirre: “Mire vuestra merced, señor general, lo que son las cosas del mundo, que ayer no cabíamos los dos en un reino tan grande como Chile y que hoy nos hace don García caber en una tabla”, palabras que sellaron su reconciliación.
El Primer Proceso (1555-1559)
El apresamiento y envío de Aguirre a Lima en 1557 dio inicio a su primer proceso judicial formal. Aunque el texto no detalla exhaustivamente todos los cargos, sí menciona acusaciones significativas. Se le imputó haber tomado la ciudad de El Barco por la fuerza, sin contar con un mandato legítimo, y haber desconocido la autoridad de Juan Núñez de Prado, quien había sido designado por Pedro de La Gasca, presidente de la Real Audiencia de Lima. Además, se le acusó de desacato, resistencia a la justicia, muertes y malos tratos a los indígenas, entre otros delitos no especificados.
Este apresamiento, sin embargo, no fue bien visto por el rey y sus consejeros en España. Tras dos años de prisión en Lima, Francisco de Aguirre fue puesto en libertad en 1559. Como pena accesoria, se le prohibió regresar a Chile. A pesar de la clara oposición del virrey del Perú y su hijo, el gobernador de Chile, Aguirre logró regresar a la gobernación chilena ese mismo año, instalándose en su finca de Copiapó, conocida por sus amigos como el "Castillo de Montalván", donde se dedicó a labores agrícolas.
Gobernador del Tucumán: Un Destino Recurrente
La carrera de Aguirre estuvo fuertemente ligada a la provincia del Tucumán, región que hoy forma parte de Argentina. Su primer período como gobernador de Tucumán se extendió entre 1553 y 1554. Posteriormente, a principios de 1563, le llegó una nueva designación para el mismo cargo, esta vez por parte del virrey Diego López de Zúñiga y Velasco, conde de Nieva. Esta elección no fue casual; se fundamentó en la petición de los cabildos y habitantes del Tucumán, que enfrentaban una rebelión indígena que había costado la vida a muchos españoles. Aguirre, conocido por su profundo conocimiento de los indígenas de la región y su habilidad para combatirlos, era visto como el hombre idóneo para pacificar la provincia. Durante este segundo gobierno (1563-1567), Aguirre continuó enviando recursos vitales desde Chile a Santiago del Estero, la capital del Tucumán, incluyendo alimentos, vestimentas, ganado, frutales, armas, municiones y tropas. Incluso envió un sacerdote con la misión de pacificar y adoctrinar a los naturales.
El Segundo Proceso: La Inquisición (1568-1569)
La influencia y los logros de Aguirre en el Tucumán no tardaron en reavivar las hostilidades con sus enemigos, particularmente aquellos en la Real Audiencia de Charcas. Incapaces de encontrar cargos criminales sustanciales en su contra, sus adversarios recurrieron a un medio más insidioso: un caso de Inquisición. El objetivo era claro: apartarlo del gobierno de su provincia. Fue acusado de hereje, un cargo grave que permitía un tribunal especial integrado por religiosos.
Este juicio inquisitorial se extendió por más de dos años y medio. El proceso se vio complicado por la destacada hoja de servicios de Aguirre a la Monarquía Española. Finalmente, la sentencia fue relativamente leve, condenándolo a prisión, pero considerando purgada la pena con el tiempo que ya llevaba detenido (casi tres años en Lima). Se le impusieron penas accesorias: pagar una multa de 1500 pesos, financiar una campana para la iglesia de Santiago del Estero y realizar una abjuración pública en misa mayor.
El 15 de octubre de 1568, Aguirre abjuró de sus supuestas herejías y fue absuelto el 1 de abril de 1569, tras lo cual se dirigió nuevamente hacia su gobernación en el Tucumán. Este proceso fue objeto de severas críticas por parte del visitador Juan Ruiz de Prado, quien denunció graves irregularidades y la deliberada intención del tribunal de mantener a Aguirre encarcelado para impedir que gobernara y fundara las ciudades que planeaba. Ruiz de Prado argumentó que, con las pruebas presentadas, la Inquisición no debía detener a un hombre de más de setenta años, con tantos servicios al rey, gobernador designado por Su Majestad y de buena cuna, considerando su prisión y el secuestro de sus bienes como un caso grave. Este proceso no solo afectó a Francisco de Aguirre, sino también a su hijo Hernando y a sus sobrinos Juan Crisóstomo y Marco Antonio de Aguirre, demostrando la amplitud de la persecución.
La Abjuración en Lima (1569)
El 1 de abril de 1569, Francisco de Aguirre fue forzado a abjurar públicamente ante el Santo Oficio de la Inquisición de Lima. Las afirmaciones que se le atribuyeron y de las que tuvo que retractarse dan una idea de la naturaleza de las acusaciones de herejía. Reconoció haber dicho, sin ánimo de ofender a Dios y por ignorancia, cosas que fueron consideradas escandalosas. Entre ellas, se mencionan:
- Que la gente no debía preocuparse por no ir a misa.
- Que él era el único Papa u Obispo, el vicario general en lo espiritual y temporal.
- Que había dispensado a los indígenas para trabajar domingos y fiestas de guardar.
- Que ningún clérigo en su gobernación tenía poder para administrar sacramentos.
- Que había prohibido llamar vicario al padre Francisco Hidalgo.
- Que las excomuniones solo eran temibles para los "hombrecillos", no para él.
- Que, en una república, preferiría desterrar a un sacerdote antes que a un herrero, por considerar al primero menos provechoso.
- Que ningún religioso soltero podía evitar estar "amancebado".
- Que comió carne en días prohibidos y animaba a otros a hacerlo.
- Que se hacía más servicio a Dios haciendo mestizos que por el pecado que eso conllevaba.
- Que no se fiaran mucho de rezar, pues conocía a un hombre muy rezador que se fue al infierno.
Un acta documentó esta abjuración, firmada por Aguirre y las autoridades del Santo Oficio. Tras este acto, fue absuelto y pudo regresar a su gobernación.
El Tercer Gobierno del Tucumán (1569-1570) y el Destierro Final
En 1569, absuelto de su proceso, Francisco de Aguirre regresó a Santiago del Estero para iniciar su tercer período como gobernador del Tucumán. Esta vez, su designación provenía directamente del rey Felipe II de España, un nombramiento independiente del virrey del Perú. Este hecho es notable, ya que mientras el obispo y la Audiencia de Charcas enviaban denuncias contra Aguirre al Consejo de Indias, desde España llegaba el respaldo real al viejo conquistador.
El viaje de regreso no estuvo exento de peligros. Fue interceptado por un sacerdote mensajero del Santo Oficio, a quien Aguirre amenazó con colgar. Además, partidas enviadas por el virrey, por Cabrera, o por la gente de la Audiencia de Charcas, le acechaban en el camino, presuntamente con la intención de asesinarlo antes de que llegara a la capital provincial. Afortunadamente, Aguirre logró sortear estos obstáculos y llegó a Santiago del Estero.
Una vez repuesto en el cargo, Aguirre actuó con severidad contra quienes lo habían apresado y conspirado en su contra en 1566. A pesar de que los cabecillas ya habían sido ajusticiados, decretó el destierro de la provincia para todos los que habían colaborado o eran sospechosos de haberlo hecho, advirtiendo que su regreso sería castigado con la muerte. Su rigor fue tal que las denuncias de los perseguidos motivaron la intervención del Santo Oficio y del virrey Francisco de Toledo. Estos enviaron al visitador Pedro Diego de Arana, quien procedió a arrestar a Aguirre nuevamente y remitirlo a Lima en octubre de 1570. Una vez más, una orden real de nombramiento fue frustrada por las maniobras de la Audiencia y el Santo Oficio. Este arresto significó el destierro permanente de Aguirre del Tucumán, ya que nunca más regresaría.
El Tercer Proceso (1571-1575)
El último proceso contra Francisco de Aguirre, iniciado en 1571, fue en esencia una reapertura del anterior. Las acusaciones no eran de gran peso, como discutir y abofetear a un sacerdote, pero el juicio se prolongó hasta 1575. A pesar de las denuncias de irregularidades en el proceso elevadas al rey, la trama detrás de este juicio era compleja y profundamente política. En ella estaban implicados el virrey Francisco de Toledo, el presidente de la Real Audiencia de Charcas, Pedro Ramírez de Quiñones, y un nuevo enemigo: Jerónimo Luis de Cabrera.
Cabrera, un acaudalado vecino de Charcas con aspiraciones a la gobernación del Tucumán, invirtió cuantiosas sumas para fabricar pruebas contra Aguirre y asegurar su permanencia en prisión. Logró su cometido, y el virrey lo designó gobernador en 1571. Fue Cabrera quien finalmente fundó la ciudad de Córdoba en Comechingones, el proyecto que Aguirre había planeado y soñado, y que sus enemigos en el Perú no querían que él realizara.
De los 90 cargos imputados a Aguirre en los tres procesos, solo se consideraron aquellos relacionados con "errores contra la Santa Fe Católica". El veredicto final de este último juicio llegó después de más de cinco años, e incluyó una condena accesoria: el destierro perpetuo de la Provincia de Tucumán, Juríes y Diaguitas. Aguirre permaneció preso en Lima desde 1570 hasta finales de febrero de 1576.
Últimos Años y Fallecimiento
Tras ser liberado de su último encarcelamiento en Lima a principios de 1576, Francisco de Aguirre regresó a Chile. Se estableció modestamente en La Serena, ciudad con la que tenía fuertes vínculos y donde poseía una encomienda. Allí se dedicó a las labores agrícolas en sus últimos años de vida.
Un evento notable ocurrido durante este período fue el intento de ataque a La Serena por parte del pirata inglés Francis Drake. Fue su hijo, Hernando de Aguirre, quien lideró la defensa de la ciudad, logrando repeler el asalto y evitar el saqueo.
Francisco de Aguirre falleció en La Serena en 1581. Sus restos fueron sepultados en la iglesia matriz (actual Catedral), aunque la ubicación exacta de su tumba se perdió debido a las modificaciones del templo a lo largo del tiempo y la pérdida de registros antiguos del cabildo.
Preguntas Frecuentes sobre Francisco de Aguirre
- ¿Quién fue Francisco de Aguirre?
Fue un conquistador español del siglo XVI, activo en las regiones de Chile y Tucumán (actual Argentina), conocido por sus roles de gobernador y sus constantes conflictos con otras autoridades coloniales. - ¿Por qué tuvo tantos problemas con las autoridades?
Sus problemas derivaron principalmente de disputas por el poder (como la gobernación de Chile con Villagra), su ambición, la oposición de sus enemigos políticos en la Real Audiencia de Charcas y el virreinato del Perú, y las acusaciones (incluso de herejía) utilizadas para apartarlo de sus cargos. - ¿Fue acusado de herejía por la Inquisición?
Sí, en 1568 fue sometido a un proceso inquisitorial en el que se le acusó de herejía por diversas afirmaciones que hizo, aunque el texto sugiere que el verdadero objetivo era político: apartarlo del gobierno del Tucumán. - ¿Fundó alguna ciudad importante?
Aunque fue gobernador del Tucumán y planeó la fundación de la ciudad que hoy es Córdoba, esta fue finalmente fundada por su rival Jerónimo Luis de Cabrera, mientras Aguirre estaba preso. - ¿Dónde murió Francisco de Aguirre?
Murió en La Serena, Chile, en 1581, donde pasó sus últimos años después de ser desterrado del Tucumán.
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